Entre los habitantes de Prato hay quien lo señala con el nombre de Fortaleza de Santa Barbara, y hay quien, en cambio, lo conoce con el sobrenombre de: “Castillo del Emperador”.

Sea como sea que se le llame, lo cierto es, que este antiguo castillo, cuyas primeras piedras fueron puestas a mitad del siglo XIII, es el único ejemplo de arquitectura sueva (de Suabia, Baviera) que podemos admirar durante unas vacaciones en Toscana. Porque no existen otras construcciones similares en estilo en toda la región. Es más, en toda Italia del centro y del norte.

Diseñada por el arquitecto Riccardo da Lentini para Federico II Hohenstaufen de Suabia, Sacro Romano Emperador desde 1220 hasta 1250, la fortaleza se destaca con sus ocho torres (6 de base cuadrada y 2 pentagonales) al centro de la ciudad lanera. Sin otras construcciones al interior de sus muros, el castillo hospeda durante la estación de verano, eventos que llaman la atención de turistas y curiosos.

Otro lugar de seguro interés es el Castillo Medieval.

¿De qué se trata? Pues de una pasarela fortificada y elevada que pasa por entre las casas y los apartamentos de la zona sureste de Prato. Fue edificada después de que Florencia adquirió el dominio sobre la ciudad atravesada por el río Bisenzio y tenía como objetivo principal, el de permitir el rápido pasaje de las tropas florentinas dentro y fuera de los muros del castillo, en caso hubieran explotado revueltas o tumultos. Hoy en día, además de ser sede de muestras artísticas ofrece a los turistas una vista panorámica de la ciudad.

Obviamente no son sólo estos los ‘recuerdos’ de Prato medieval. El tour de la ciudad puede, en efecto, proseguir con las visitas al Palacio Datini del mil trescientos, o al Palacio Pretorio, nacido de la fusión de tres preexistentes casas-torres.