"Esta preciosa bebida que difunde por todo el cuerpo una jovial excitación, fue llamada la bebida intelectual, la amiga de los literatos, de los científicos y de los poetas porque, sacudiendo los nervios, esclarece las ideas, hace la imaginación más viva y más rápido el pensamiento”.
Así Pellegrino Artusi, hacia fines el 1800 describía el café en su libro “La ciencia en la cocina y el arte del buen comer”.

Y cómo contradecirle.

El chocolate, otra mezcla exótica proveniente tras largos viajes, desde las Indias occidentales, era un producto de lujo, una bebida que la aristocracia gustaba en los salones de sus villas en Florencia y casas de campo.

Los cafés que nacieron en la ciudad entre los siglos XVIII y XIX se transformaron, en cambio, en las sedes de revistas literarias, de movimientos artísticos, en lugares de debate, encuentro y... a veces, también de desencuentros.

Es así que si nos encontramos de vacaciones en Florencia, entre una etapa y un museo y algunas fotos a un monumento, la pausa para el café en uno de los locales históricos ciudadanos será obligada.

Hacia plaza de la República miran Giubbe Rosse, donde se reencontraban los Futuristas, Paszkowski, declarado monumento nacional, y Gilli, un último ejemplo de cafetería ‘Belle Époque’ que ha quedado en Florencia.

En plaza de la Señoría está la , en via Cavour el Michelangiolo (los Macchiaioli se sentaban en sus mesitas).

En fin, si hay niños, los podemos hacer sonreír con un chocolate caliente (Robiglio) o un helado (Vivoli), después será la hora de volver a nuestro apartamento en una villa en Florencia y prepararse para la cena.