Son tres los municipios más importantes de la Val di Niévole: Pescia, conocida al público por el floro-viverismo, Monsummano y Montecatini, famosas en cambio por sus instalaciones termales.

Pero si a Monsummano la vocación termal fue un descubrimiento casi casual de mediados del mil ochocientos, por el contrario, la cercana Montecatini es una ciudad que nació teniendo en cuenta las propiedades que tienen las aguas de su territorio.

Casi enteramente arrasada en el mil quinientos, Montecatini recomenzó a vivir dos siglos más tarde por disposición del Gran Duque de Toscana, Pietro Leopoldo. Y así, después de la recuperación de los territorios circundantes al pueblo, los primeros establecimientos termales fueron realizados en la segunda mitad del mil setecientos.

Pero el verdadero boom turístico Montecatini lo registró entre fines del XIX y los primeros decenios del XX siglo. Para acoger y dar diversión a los numerosos visitantes, fueron construidos hoteles, restaurantes, teatros. Hasta un casino hizo su aparición en la ciudad. Cada año eran muchos los nombres de prestigio, aquellos que hoy llamamos VIP, que se daban cita para unas vacaciones regenerativas en este rincón de la Toscana.

Hoy en día se cuentan una decena de establecimientos termales y diversas fuentes. Además Montecatini es un apreciado polo para el turismo congresual.

El descubrimiento de las aguas termales en Monsummano, como es mencionado unas líneas arriba, fue en cambio, un evento casual. A mitad del mil ochocientos, algunos obreros abrieron paso entre unas rocas y se encontraron en una gruta/sauna natural.

Cabe señalar que en Monsummano se encuentra también la casa Montevettolini, una de las villas de lujo en Toscana hechas edificar por los Medici (la estructura, sin embargo, no es visitable porque es propiedad privada).