¡Chocolate y castañas! Son los actores protagonistas de nuestras vacaciones en Toscana por las zonas de Pistoia... si no es algo diferente, todas las veces que nos sentamos a comer.

Sobre gran parte del territorio de Pistoia se extiende, en efecto, aquella que los críticos han rebautizado con el apodo de Chocolate Valley: un trecho de tierra sobre el cual surgen una veintena de laboratorios que emplean a 200 personas aproximadamente.

El chocolate hizo su aparición en el Granducado mediceo alrededor del mil seiscientos. Muy probablemente, quienes lo difundieron fueron los monjes que regresaron del Nuevo Continente y que para endulzarlo, por lo tanto hacerlo más agradable, lo mezclaron con especias y yerbas. Todavía hoy, en este rincón de la Toscana se trabaja y experimenta con la misma pasión de cuatrocientos años atrás.

¿Una sugerencia para una degustación para lamerse los bigotes? “Slitti” en Monsummano, “Catinari” en Agliana, “La Molina” en Quarrata... tal vez prolongando nuestro viaje, también en los territorios de Pisa y Prato.

De la castaña provienen, en cambio, la "pattona" (especie de polenta obscura), los "necci" o "nicci" (unos crepes preparados empleando también las hojas del castaño), finalmente, los "menni" (la pattona cortada en tajadas y cocida una segunda vez en el horno).

Y luego en otoño se desarrollan numerosas ferias dedicadas a la castaña, sobre todo en sus variantes: "frugiata" (más conocida como la “caldarrosta”, porque es asada sobre el fuego) o "ballotta" (sancochada en agua).

Otro producto típico pistoiés, que se difundió luego por toda la Toscana son los "brigidini". Se trata de pequeños discos crocantes de color amarillento, hechos con azúcar, harina, huevos y anís. Los más famosos son lo de Lamporecchio. En el mercado se encuentran también hechos de chocolate.